Una reflexión mas sobre el fallecimiento de Fidel ..

Hoy es fácil escribir sobre ese líder extraordinario, ayer discutimos en una reunión y el tema tenia que salir, no había forma de que no lo hiciera, y meditaba, ahora vendrán todos los que conocieron una ínfima parte de su vida cotidiana, de su intimidad y decir que lo conocían, y reflexionaba :
1) Los grandes hombres se deben evaluar por sus grandes obras, el conocimiento de su intimidad, solo nos dan una mínima parte de lo que son y por esta parte casi anecdotaria no se pueden, ni se deben medir, sino hacemos como Pigna, como el revisionismo histórico nacional y popular que reconstruye la vida privada de los próceres, como si a nosotros nos debiera importar cuantas novias o parejas o hijos tuvo San Martin o Fidel, por ejemplo, y la vida de Fidel estuvo invadida por la revolución, por el socialismo, por cuba, por latinomerica, por la lucha de los pueblos del mundo, por argentina, por su pueblo movilizado, es imposible evaluarlo por fuera de todos esto elementos.

2) Hoy los medios intentaran mostrarlo como un asesino, como un dictador, intentaran vender mates, remera, intentaran mercantilizar toda su enorme figura que no es individual, o mejor dicho, si lo es, pero en una parte menor, darle el carácter de héroe a lo superman, y quitarle todo el contenido transformador a la revolución cubana, que es sinónimo de Fidel, atrás quedaron todas sus campañas internacionales que hablaban de balseros, de presos políticos y tantas otras cosas y la verdad supero todos estos obstáculos y se impuso, en el mundo la causa del desbloqueo es un consigna y todos los países del mundo reconocen su democracia y su gobierno soberano.

3) Y pensaba en su legado y reflexionaba :

a) Por un lado Fidel nos dejo al interior de cuba todos los logros de la revolución,en que nos apoyamos para seguir construyendo y mostrando a los enemigos de clase y a toda la clase obrera que por este lado debemos rumbear los revolucionarios latinoamericanos, durante su recorrido de vida quedaron la aparición de las FARC, la segunda guerra, la crisis de los misiles, Vietnam, la muerte del Che, los periodos especiales, la desorganización momentánea de la URSS, la aparicion de Chaves, el Frente Sandinista, la caída del muro de Berlin y tantas hechos importantes que han pasado en los últimos 90 años.

b) Por otro lado nos dejo todo su esfuerzo en superar el mercantilismo en las relaciones solidarias internacionales para con los pueblos, el trabajo voluntario, no solo envió alimentos en momentos difíciles (como bien hicieron otros países solidariamente) sino que envió ejemplo de trabajo, sus médicos y profesionales, sus combatientes internacionalistas que colaboraron allí donde hiciera falta.

c) Y Fidel nos deja mas que teoría, teoría y praxis aplicada y en esto hay algo que a los que nos tachan de iluminados porque solemos tener razón en muchas cosas nuestra insistencia en la lectura y en la formación, en el estudio, mientras mas estudiemos mayor será la posibilidad de no equivocarnos, no solo en nuestras evaluaciones, sino en nuestro trabajo político cotidiano, eso es parte de lo que no enseño este gran pedagogo, como lo definía el Che, que fue Fidel.

4) Hoy hacia memoria de lo que significo para mi que crecí con la experiencias Sandinistas, del Farabundo Marti, de la revolución cubana, de la evolución de las FARC y el ELN, del Allendismo y pensaba, en todo estuvo el, y todos los que lo acompañamos siempre, pero no estuvieron muchos marxistas, mucha izquierda internacional, el Trotskismo, en especial,siempre poniéndole piedras a el y a la revolución cubana, hasta el día de hoy, de ellos no nos olvidaremos nunca, hasta llegaron a decir que se lo juzgara internacionalmente!! No nos olvidaremos de los hipócritas, de los cobardes, ahora vendrán a criticarnos y decirnos iluminados despectivamente a los que tenemos una posición clasista inclaudicable, a los que nunca nos bajamos los pantalones para aplaudir a los inmorales, y reflexionaba, hay muchos compañeros que dieron la vida, que nunca se vendieron por un cargo politico, y esto lo hablamos ayer en la reunión lo mejor que podemos hacer no solo por la memoria de Fidel sino por todos los compañeros que de una u otra forma entregaron sus vida es consolidar el trabajo común de las organizaciones y los militantes clasistas, ayer estuvieron reunidos las organizaciones y militantes comunistas en rosario y acompañamos en la distancia y en Trelew estuvimos participando con los compañeros del MAPU de una reunión de trabajo, es nuestro humilde aporte en la construcción de socialismo y de la construcción organizativa de la clase obrera para si, debemos mirarnos a la cara y dejarnos de mezquindades y personalismos y decirnos a la cara honestamente nuestras reales intenciones, es tiempo de dar un salto cualitativo en nuestras construcciones, que el fallecimiento de Fidel, como lo fue el asesinato del Che genere una ola de de reacciones, que sea una cachetada en el alma de los revolucionarios.

5) Como decimos con nuestros compañeros del nucleo y de la UMS, hoy estamos mas comprometidos que nunca para alcanzar, la unidad antimperialista continental, la recomposición de fuerzas marxistas y la abolición del capitalismo.

( Marcelo Candia )

Contra el anti-feminismo en el movimiento obrero ..

El presente artículo fue publicado originalmente por Errico Malatesta en el periódico anarquista de Milán, “Umanitá Nova”, alrededor de los años 20 del siglo pasado. El texto figura originalmente con el nombre “Lucha Económica y Solidaridad” y ha sido tomado del libro “Enrique Malatesta, Páginas De Lucha Cotidiana”, obra  rescatada de los armarios de la utopía por @rebeldealegre.

Recibimos de Génova una carta que demuestra una vez más cómo la lucha económica si no está inspirada por un alto ideal de solidaridad humana y queda confinada a los límites de los intereses actuales e inmediatos de los trabajadores, no sólo no puede conducir a la emancipación definitiva, sino que tiende por el contrario, a crear antagonismos y luchas entre trabajadores y trabajadores a entero beneficio de la conservación del orden burgués.

Son los empleados telegráficos genoveses, quienes reclaman la exclusión de las mujeres de las oficinas de expedición. Ellos protestan contra el hecho de que “se tenga en las oficinas a tantas señoritas que trabajan solamente para comprarse perfumes, polvos, medias de seda, mientras que a tantos millares de desmovilizados, después de haber combatido por el bien y la grandeza de las carteras de sus señores, se les arrebata el puesto que les sería necesario para matar el hambre de sus hijos”. Y en su artículo dicen :

 “Sí. ¡fuera las mujeres!


¿La razón? Ante todo, las mujeres en la administración no son todas obreras. Hay muchas mujeres en otras categorías de empleos (mucho más alto) que de la palabra proletariado tienen un sacro horror y que en las agitaciones fueron siempre las que traicionaron la causa o las que comprometieron seriamente el éxito final: los telefonistas y los bancarios tienen la palabra a este respecto. Considérese que las mujeres en las oficinas no representan ninguna unidad activa, sino ciertamente un elemento de continua discordia, con consideraciones distintas para uno y otro sexo. Hágase un plebiscito entre todos los que están condenados a trabajar con elemento femenino y el “Avanti!” se convencerá, como también todos los socialistas, que hay una adversión justificadísima hacia esa mano de obra que no sirve más que de competencia al hombre y de elemento facilísimo a la defección y por esto tenido para contrabalancear los movimientos que se pueden verificar en la clase proletaria.


Una empleada no podrá ser nunca una buena madre de familia: o una cosa o la otra; no se puede estar en dos puestos.


Téngase en cuenta que la mujer por sus especiales condiciones físicas no puede ser empleada en servicios pesados, nocturnos o de gran responsabilidad (telégrafo, ferrocarriles, etc.). De aquí el mal humos de la otra parte obligada a servir de tapadera a cubrir las deficiencias de este personal.

Pues, al hogar las mujeres a educar mejor a sus hijos y póngase en su puesto a toda esa juventud desocupada que diariamente es rechazada. ¿Por qué se prefiere la hermana al hermano? ¿Es propiamente caballerosidad?!! ¿Es ideal socialista? ¡No! Nosotros no lo creemos porque la mujer pulula precisamente en los grandes institutos burgueses y en las oficinas del Estado, donde es tenida como material para contraponer a nuestras sagradas reivindicaciones y no sólo por ello sino sobre todo porque tiene la sonrisa más simpática y la condescendencia más fácil que el sexo masculino.

 No hablemos del rendimiento que pueden dar: ellas están enfermas las más veces por los naturales trastornos a que se ven sujetas las mujeres y especialmente cuando están en cinta ya no aparecen por seis meses”.


Dejando aparte las consideraciones de orden fisiológico y social sobre la productividad y la misión social de la mujer que nos llevarían a una discusión que no cabe en este artículo, ¿quién podría negar razón a gente que tiene hambre, que ve languidecer a sus hijitos y cuya sola esperanza de ocuparse es la de hacer echar a otro del puesto que ocupa si con envidia y rabia compara su posición desgraciada con la de trabajadores (o trabajadoras) más afortunados y procura, aunque sea también con argumentos que sirven a los patrones, hacerlos echar con el fin de sustituirlos?


Pero entonces no dejan tampoco de tener razón aquellos desventurados que por una u otra causa no consiguen jamás quitarse el hambre sino cuando hay huelga y pueden por poco tiempo hacer de crumiros.


No dejan de tener razón los obreros de un país cuando se oponen a la entrada y a la ocupación de los extranjeros.

No dejan de tener razón los obreros hábiles cuando procuran reducir a monopolio su oficio y no quieren aprendices, no quieren mujeres, no quieren compañeros que no sean de su corporación, etc.

No deja de tener razón la ama de llaves cuando maldice a los ferroviarios, si por culpa de una huelga de éstos debe pagar las patatas más caro que de costumbre.

No dejan de tener razón todos los que miran a las necesidades urgentes, a los daños y a las ventajas inmediatas y que por esto traicionan la causa general, la causa del porvenir.

Y no dejan de tener razón tampoco aquellos que, tímidos, perezosos o satisfechos, se la toman con los revolucionarios que trastornan su tranquilidad.

Y nosotros no negamos razón a ninguno de éstos.

Nosotros comprendemos a los empleados telegráficos cuando envidian las medias de seda de las señoritas, pero comprendemos también a la señorita que no quiere quedar más en casa para hacer de sirvienta al señor macho, que tal vez vuelve borracho a casa y la apalea.

Comprendemos al huelguista que golpea con santa razón al crumiro (¡pero cuanto mejor haría golpeando al patrón!), pero comprenderíamos igualmente al desagraciado que pudiese decir a los huelguistas: vosotros no os ocupábais de mí cuando me moría de hambre, vosotros no pensábais en dividir el trabajo conmigo cuando estaba desocupado; hoy yo no me cuido de ayudaros a vencer una huelga cuyo resultado será para mí un agravamiento de mi miseria.

La verdad es que en una sociedad como esta que sufrimos, fundada sobre el egoísmo individual, sobre la lucha de cada uno contra todos y de todos contra cada uno, no es cierto, en tanto nos quedemos dentro de los límites de la moral y del orden burgués, que los intereses de los trabajadores sean solidarios, no es cierto que la lucha por la vida sea naturalmente una lucha de clases.

Los intereses de los trabajadores se vuelven solidarios cuando ellos aprenden a amarse entre sí y quieren estar todos bien: la lucha de cada uno para sí se vuelve lucha de clase cuando una moral superior, un ideal de justicia y una mayor comprensión de las ventajas que la solidaridad puede procurar a cada individuo viene a fraternizar a todos aquellos que se encuentran en una posición análoga.


Naturalmente, en régimen individualista, en régimen de competencia, el bien de uno está hecho del mal de los demás. Si una categoría de trabajadores mejora de condición los precios de sus productos aumentan y todos aquellos que no pertenecen a su categoría se ven perjudicados. Si los obreros ocupados consiguen impedir que sean licenciados por los patrones y se convierten así en algo parecido a propietarios de sus puestos los desocupados ven disminuidas las probabilidades de empleo. Si por nuevas invenciones, o por el cambio de las modas, o por otras razones, un oficio decae y desaparece unos serán perjudicados y otros favorecidos; si un artículo viene del exterior y se vende a un precio inferior al que cuesta producirlo en el país los consumidores ganan, pero los que fabrican este artículo se ven en la ruina. Y en general todo nuevo descubrimiento, todo progreso en los métodos de producción, aunque en el porvenir pueda llegar a ser aprovechado por todos, comienza siempre por producir un desarreglo de intereses que se traduce siempre en sufrimientos humanos.


Ciertamente tienen razón los telegrafistas de Génova. En el trabajo y en las recompensas se debiera tener en cuenta las necesidades y ocupar con preferencia a quienes más necesitan de una ocupación; pagar más a quienes tienen más personas, hijos, ancianos padres o parientes inhabilitados que mantener; dar los trabajos más livianos a los más débiles, los más fáciles a los menos dotados, proporcionando la compensación no a la productividad sino a las necesidades de los trabajadores.


Pero esta es moral que no podrá encontrar su aplicación más que en una sociedad comunista — comunista más en el espíritu que en las formas concretas de organización.

Y es por esto que nosotros, persuadidos de que los antagonismos entre hombre y hombre no podrán superarse sino transformando completamente el sistema social y aboliendo la posibilidad de explotación del trabajo ajeno, nos interesamos mediocremente en las luchas gremiales, en las luchas económicas cuando ellas no se elevan a cuestiones de reivindicaciones de orden moral y de intereses generales.

Tiene razón cada uno en defender su pan cotidiano y en procurar hacerlo lo menos escaso posible; tiene razón cada uno en querer comer y estar lo mejor posible desde ahora, sin esperar la revolución; pero nosotros que no representamos intereses particulares de individuos o de gremios nos ocupamos con preferencia de las agitaciones, de los movimientos que tienden a extender el sentimiento de solidaridad y a preparar la revolución.
Francamente: los empleados telegráficos que hacen antifeminismo porque el antifeminismo conviene a sus intereses no nos resultan simpáticos.

Admiramos, en cambio, a aquellos trabajadores que saben unir a la lucha por sus intereses actuales e inmediatos la lucha por intereses generales y la lucha por razones ideales.
Así los ferroviarios y los trabajadores del mar que, con riesgo propio se rehúsan a transportar hombres y elementos que sirven a fines liberticidas; así aquellos trabajadores de los campos o de las fábricas que por medio de propias oficinas de colocación y de la limitación de la jornada de trabajo intentan hacer participar a todos en el trabajo disponible; así aquellos trabajadores que, como hoy los mineros ingleses, mientras exigen e imponen a los patrones aumentos que sean tomados de la ganancia patronal y no sean descargados sobre las espaldas de los consumidores; así todos aquellos obreros que se rehúsan o se rehusaran a hacer trabajos nocivos, a fabricar casas que se desmoronan para desgracia de los pobres y sólidas prisiones y cuarteles en provecho del gobierno, a adulterar sustancias alimenticias, a imprimir mentiras contra sí mismos y sus amigos, etc., etc.

Todo esto sirve para elevar la consciencia de los trabajadores y para preparar la revolución moral y material que debe iniciar el mundo nuevo.

Las luchas, en cambio, inspiradas en mezquinos intereses y combatidas con medios mezquinos son dañosas a la preparación revolucionaria y ni siquiera sirven después, en la práctica, para resolver las cuestiones inmediatas.

Los empleados telegráficos no lograrán hacer expulsar a las mujeres, como los carreros no lograrían eliminar los camiones o los ferrocarriles. Podrían lograr, en cambio, hacer emplear a los desocupados si recurrieran, solidarizándose con todos los trabajadores rebeldes, a medios enérgicos, capaces de preocupar seriamente al gobierno.

( Errico Malatesta )

COOKE: EL HOMBRE QUE LE DISCUTÍA A PERÓN.

Se cumplen hoy 48 años del fallecimiento de John William Cooke, una de las principales figuras del movimiento nacional en el siglo XX. Mucho podría hablarse sobre él, sobre su espíritu revolucionario, su coraje a prueba de balas, su crítica a la burocracia, su amistad con el "El Che", su singular condición de intelectual capaz de meterse, armas en la mano, en los conflictos de junio del 55 y en el de playa Girón en la Cuba, de 1961, de su militancia permanente y de su alto valor intelectual a veces no reconocido. Mucho también de su concepción acerca de la vida y la muerte que lo llevó –hace medio siglo– a donar sus órganos, hecho inusual en aquellos años. Así también acerca de su porfiado proyecto de construir una izquierda nacional dentro del gran movimiento nacional y prever el armado de una dirección revolucionaria que remplazase al General cuando este abandonase este mundo.
Pero más allá de todo esto, Cooke tuvo una peculiaridad que no cultivaron los hombres más calificados del peronismo de aquel tiempo (sólo quizás Arturo Jauretche), que consistió en discutirle, mano a mano, al jefe del movimiento, en puntualizar sus disidencias y marcarle los peligros de ignorar el futuro. En este sentido, sus cartas con Perón constituyen una cantera riquísima de enseñanzas. En ellas, Cooke se adelantó a plantear problemas que aún hoy acosan a la militancia peronista, a disipar incertidumbres, a evitar malentendidos y equívocos. Hoy, cuando en los corrillos y mesas de café se discute qué tiene Massa de peronista, cuál es el peronismo que se arrogan algunos punteros de Macri, hasta dónde llega el peronismo de Scioli o peor aún, cómo pudo Menem aplicar el Consenso de Washington, en nombre del peronismo, para destruir todo aquello que había concretado Perón, está presente "El Bebe", "El Gordo" Cooke.
Desde allá lejos –desde medio siglo atrás–, resuenan sus palabras al conductor: "Somos peronistas porque está Perón. Cuando Perón no esté, ¿que significará ser peronista? Cada uno dará su respuesta propia y esas respuestas no nos unirán, sino que nos separarán. Tal vez nos encontremos en los homenajes recordatorios, pero entre un partidario de las 'conciliaciones' que propugnan los obispos y un revolucionario, no hay campo de entendimiento: estamos en diferentes barricadas y como la lucha es muy aguda, no nos saludaremos como caballeros medievales sino que nos degollaremos, como corresponde a enemigos irreconciliables." Sólo Cooke se atrevió a advertirle a Perón que era mortal y que era necesario definir posiciones claramente para evitar que enmascarándose en las banderas peronistas, apareciesen los liberales retrógrados porque: "Si usted no ha hecho un pacto con el Diablo y como me temo, sigue siendo mortal, cuando usted desaparezca también desaparecerá el movimiento peronista, porque no se ha dado ni la estructura ni la ideología capaces de cumplir las tareas en la nueva era que ya estamos viviendo. No soy pesimista en exceso. Veo ese proceso como fatal pero no como inevitable. Fatal si seguimos con un jefe revolucionario y una masa revolucionaria, pero con direcciones conservadoras y apegadas –aunque declaren lo contrario– a los valores y procedimientos de la vieja política."
Sólo Cooke –peleando con los Matera, los Tecera del Franco, los Cafiero– se atrevió a advertirle al Jefe, que había que depurar al movimiento de los oportunistas, de los tránsfugas, de los obsecuentes. Frente al enorme potencial del movimiento, sostuvo vigorosamente que el "peronismo es el hecho maldito del país burgués", que "no es un partido de la burguesía ni una alienación de la clase trabajadora tal como la concibe un izquierdismo pueril. Fue el más alto nivel de conciencia a que llegó la clase trabajadora argentina. “Hemos sido formidables en la rebeldía, la resistencia, la protesta, pero no hemos conseguido ir más allá porque, como alguna vez lo definimos –con gran indignación de los adoradores de mitos y de fetiches– seguimos siendo, como Movimiento, un gigante invertebrado y miope." Estas definiciones se incorporarán luego al lenguaje común de la política argentina, pues ellas definen las dos caras del movimiento: "El peronismo es el hecho maldito de la política del país burgués… El Peronismo es, como movimiento, un gigante invertebrado y miope."
"Concuerdo –le dirá Perón más de una vez– con sus excelentes juicios… Todo es consecuencia de los desmesurados apetitos de los que anhelan vender la liebre antes de cazarla." Pero "El Bebe" no dejará de contestarle: "…Mis argumentos, desgraciadamente, no tienen efecto; usted procede en forma muy diferente a la que yo preconizo y a veces, en forma totalmente antitética."
“Pero, si echamos de nuestras filas a los obispos, a los generales, a los empresarios –le responderá Perón– ellos se fortalecerán en la derecha y nosotros seremos muy pocos para combatirlos.” Y ahí reside la polémica que todavía nos debemos, aquello que en las cartas cruzadas entre Perón y Cooke quedó sin definir porque "El Bebe" se murió muy joven y porque el viejo General intentó reeditar el 45 cuando, merced a su táctica inteligente, logró regresar, pero ya muy enfermo y en una Argentina distinta a la de aquella del 17 de octubre.
Esa discusión está todavía pendiente, especialmente cuando hay tanto liberal conservador que esconde su viejo pelaje gorila, pero hay que saldarla porque se trata de la Argentina que queremos y cómo llegar a construirla, aquello que en última instancia ambicionaban tanto Perón como Cooke."
( Norberto Galasso )